El pasado 23 de septiembre se publicó el Barómetro Global de la Corrupción 2019, edición América Latina y el Caribe, de Transparencia Internacional. A partir de los resultados presentados, tanto la Secretaría de la Función Pública como su titular, Irma Sandoval, publicaron comentarios celebratorios sobre el “avance” en el combate a la corrupción en México. Mientras la SFP, en su comunicado 100 del año 2019, señaló que había habido un “histórico salto de la confianza ciudadana en la lucha contra la corrupción con el gobierno de AMLO”, la secretaria Sandoval señaló en Twitter que, “las estrategias en materia de combate a la corrupción están dando resultados: hoy en el #BarometroDeLaCorrupcion 2019, el 61% de los mexicanos confía en que vamos por buen camino”.
Como señalé previamente en un hilo de Twitter, esta información es interesante. Y, de hecho, sería realmente algo que celebrar si el gobierno federal mexicano es capaz de recuperar la confianza ciudadana respecto de un tema que tanto daña y ha dañado al país, como la corrupción y su poco eficaz combate desde las instituciones del Estado.
Sin embargo, a diferencia de lo que la SFP y su titular mencionan, me parece que entender la «película completa» en torno al Barómetro Global de la Corrupción 2019 (BGC) y lo que pudiera interpretarse a partir de los datos publicados es algo más complejo de lo que el comunicado y el tuit oficiales dejan ver.
En primer lugar, la encuesta usada para elaborar el BGC recupera preguntas sobre “percepciones” (lo que la gente cree) y sobre “experiencias” (lo que le ha pasado a la gente). Aunque las primeras importan (y mucho, en temas políticos y administrativos), las segundas son las que realmente urge cambiar en México para que el país progrese. Puesto en otros términos, el tema no sólo es que no percibamos que existe corrupción, sino que ya no veamos, que no sepamos de casos de corrupción, que no seamos víctimas (o cómplices) de actos de corrupción. Para quienes quieran entender un poco más sobre el tema de las percepciones/experiencias en materia de corrupción, les sugiero mirar este texto de los Profes David Arellano, Ulises Flores y José Antonio Sánchez o el que escribimos hace ya algunos años Benjamín Hill, Óscar Jaimes y yo.
En segundo lugar, sería importante ver la información completa del caso mexicano. En la imagen aquí abajo hay un resumen de los datos:
Fuente: Barómetro contra la corrupción 2019.
Como muestra la información, el número simbólico de 61% (mencionado por la SFP y su titular) se refiere a percepciones, no a experiencias. Pero cuando vemos los datos completos sobre esto último, hay números que indican un aumento en la experiencia de corrupción (por ejemplo, en el caso de la policía), al tiempo que hay otros que sugieren una disminución en las experiencias de corrupción (por ejemplo, en clínicas y escuelas públicas).
En tercer lugar, la encuesta del BGC 2019 se levantó en febrero/marzo 2019, es decir poco tiempo después del inicio del gobierno de AMLO. Esto tiene por lo menos cinco implicaciones importantes:
- la encuesta se levantó en tiempos de lo que suele llamarse la “luna de miel” gubernamental, durante la cual la popularidad presidencial era muy alta (como suele ser en casi cualquier cambio de gobierno de cualquier país);
- por consiguiente, el 61% de confianza ciudadana probablemente refleja una percepción positiva de los encuestados que está asociada a sus “expectativas” respecto de lo que el gobierno entrante pudiera hacer en materia de combate a la corrupción, y/o refleja la forma en que los encuestados votaron en la elección 2018 (53.2% votó por López Obrador), y/o refleja su confianza en el discurso anticorrupción del presidente;
- tomando en cuenta la fecha de levantamiento de la encuesta y la complejidad del fenómeno de la corrupción (y de cómo combatirlo, como señalé en un blogpost previo), sería por lo menos arriesgado suponer que las medidas echadas a andar en diciembre 2018/enero 2019 ya habían dado resultados en febrero/marzo 2019;
- además, la encuesta pregunta por percepciones y experiencias respecto de casos de corrupción en los 12 meses previos; en este sentido algunas de las mejoras percibidas/experimentadas pudieran haberse generado antes del nuevo gobierno (febrero 2018-noviembre 2018, aun cuando esto pudiera ser poco probable dada la forma en que cerró el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto); y
- en última instancia, lo más interesante sería entender y mostrar evidencia de cómo es que las estrategias anticorrupción del gobierno actual han logrado alterar (o no) las experiencias ciudadanas al enfrentar los trámites y servicios sobre los que gira la encuesta.
En cuarto lugar, el reporte también señala que 44% de quienes respondieron la encuesta cree que aumentó la corrupción y 50% de estos dice que se les ofreció comprar su voto. Aunque no se habla de niveles de gobierno ni de partidos políticos en específico, los números claramente muestran la gravedad del tema. Además, la encuesta también indica que 20% de los encuestados enfrentaron o supieron de alguien que enfrentó posibles extorsiones de carácter sexual, dato que resulta particularmente preocupante dadas las condiciones del país en estos tiempos.
En fin, es indudable que encontrar un porcentaje mayoritario de encuestados que dice confiar en la forma en que el gobierno está combatiendo la corrupción es algo positivo para México. Y ojalá que las percepciones sigan cambiando. Pero lo más importante será que cambie también la realidad, las experiencias cotidianas. Por ahora, con los datos ofrecidos por el BGC 2019, esto desafortunadamente no resulta tan claro aún.