Si hay algo que los municipios mexicanos puedan contar en abundancia son límites. No se trata únicamente de la austeridad monetaria en las arcas locales. El nivel de profesionalización de los ayuntamientos es también limitado, y la experiencia que sus funcionarios pueden generar en el tiempo en que ocupan sus cargos es rápidamente desperdiciada con la llegada de nuevas administraciones –incluso cuando no se presenta alternancia y se mantiene el partido político gobernante-que reincidan curvas de aprendizaje frente a un horizonte, esta vez un límite temporal, de tres años donde se espera que identifiquen problemas concretos,diseñen políticas públicas coherentes, audaces y eficientes en sus comunidades.Recordemos que se trata del nivel de gobierno más cercano a la población y, por consiguiente, el primero al que tocan la puerta las exigencias de los gobernados. A este escenario, que ya se asoma complejo, se agregan los límites institucionales que encierran, en lo normativo, a los gobiernos locales enroles de simples facilitadores o prestadores de servicios públicos. Son evidentes,entonces, dos fuerzas antagónicas: aquélla de los gobernados que exigen acciones que mejoren la calidad de vida del municipio en un buen número desarenas, y la otra, que ordena que los gobiernos locales se concentren en las tareas de servicio establecidas en la Constitución, dejando, teóricamente, que los gobiernos estatal y federal logren trazar políticas en materia de desarrollo social, económico y cultural -por mencionar algunas- que perneen efectivamente la cotidianidad de ciudadanos municipales cuya figura más cercana de gobierno es el alcalde.
La administración pública municipal debe ser un foco de mayor atención no sólo por parte de la academia, sino especialmente de los niveles superiores de gobierno.Es en los municipios donde los problemas y también algunas soluciones cobran forma. Sin duda, se trata de un campo de juego complejidad por limitaciones de naturaleza diversa. Pese a ello, curiosa y muy favorablemente, existen gobiernos locales comprometidos, inteligentes y eficaces que dan muestra que,pese a dichas fronteras y obstáculos, es posible hacer aquello que se espera de ellos y todavía un poco más. El Premio Gobierno y Gestión Local no es otra cosque una bitácora que registra casos de municipios realizando su trabajo, más allá de las limitaciones, de manera exitosa. Se trata de un mirador desde el cual la administración pública local, contra todo pronóstico, lleva a buen puerto estrategias que hacen frente a los problemas más inmediatos en sus comunidades de manera excepcional.